sábado, 21 de agosto de 2010

esto no es un poema

Pero es una historia linda, de drogas y amigos, de la época en la que escribíamos poesía todo el día sobre drogas y sobre amigos, porque estábamos todo el día inspirados, porque veíamos poesía en todos lados.

Me lo contó Diego, que la semana que viene se va de gira varios meses por Latinoamérica, mientras cenábamos con Germán, que la semana que viene se va a vivir a NY con una beca por cinco años. Y entonces nos pusimos nostálgicos, y nos acordamos de esa época, en la que estábamos inspirados todo el día y bailábamos música electrónica hasta la mañana y las mañanas eran lo mejor de la noche. Y no teníamos giras ni becas ni librerías ni galerías de arte. No teníamos nada más que a nosotros mismos y a la poesía.

No sé si era la primera pastilla de Diego, pero era la primera mía y estábamos en Mar del Plata en una rave muy fea con un DJ muy feo. Y mientras esperábamos bailando al DJ internacional, Diego se sentó en las gradas pensando "esto no me pega". Hasta que en un momento empezó a ver todo en blanco y negro. Todo el mundo, todo el lugar, toda a gente, todo estaba estaba en blanco y negro. Y en un momento miró a la pista y entre la gran masa de grises vio una mancha de colores moviéndose y dijo "¿qué será esa mancha de color?" hasta que de repente se dio cuenta de que la mancha de color entre los grises éramos nosotros. Sus amigos bailando. Entonces corrió desde las gradas hasta nosotros gritando "me pegó la pastilla! me pegó la pastilla!". En ese momento no entendí por qué venía tan exaltado hacia nosotros a gritar que la pastilla le había pegado. Ahora, ocho años después, entendí que fue porque la pastilla le pegó así: viéndonos a sus amigos como una mancha de colores moviéndose en el medio de la masa gris.


Esto no es un poema, pero es una historia cursi, como la poesía a veces tiene que ser.

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